“Empapados de primavera, el equipo de la cooperativa renovamos nuestra propuesta de intervenciones comunitarias desde el que mejor sabemos hacer raíz nuestra trayectoria en intervenciones mediadoras y comunitarias en contextos socioculturales complejos”
La necesidad de dar continuidad a aspectos ya presentes en nuestra empresa cooperativa para hacer frente a los retos que, tanto a nivel profesional como personal y global, nos asaltan día tras día y que la rutina no nos permite encarar en condiciones. Parar y dedicar un tiempo para nosotros en un entorno acogedor como La Plana que, al mismo tiempo, representa los cambios por los que trabajamos en términos de cohesión comunitaria, dinámicas sociales transformadoras y autosuficiencia energética y alimentaria.
Conscientes de que las señales del cambio climático y del mal clima que se respira en el mundo están manifestando el fin de un sistema explotador de los recursos y de las personas, decidimos comprometernos en la transición hacia modelos respetuosos con la vida, la nuestra, la de la sociedad y la del planeta. En este caso, la diferencia fundamental es que esto no debe quedar sólo a nivel de principios sino que viene con la intención de llevarlo a la práctica en primera persona. Ya hemos podido expresar abiertamente lo que estaba latente, que no nos sentimos en coherencia haciendo un taller de alimentación consciente cuando llegamos tarde a casa y compramos comida precocinada para cenar; que nuestro trabajo de cohesionar comunidades pierde sentido si nos encontramos aislados en nuestros barrios; que promover condiciones laborales dignas no encaja con la autoexplotación por más militantes que nos declaramos y un largo etcétera. Llegamos al convencimiento, como las feministas han declarado hace varios años, que lo personal es político. Y nosotros añadimos que lo que podamos cambiar en esta dirección dentro de nuestra cooperativa llegará al entorno cooperativo del que formamos parte.
Si bien en anteriores encuentros estratégicas de la cooperativa hemos reflexionado sobre el tipo de proyectos que estamos desarrollando, el rol que jugamos respecto los encargos de la Administración y las demandas sociales de los barrios, nuestra actitud hacia los posibles financiadores … Este encuentro ha sido significativa en nuestra toma de conciencia de que es el momento de reconocernos como quienes somos. Atrevernos a diversificar las fuentes que nos dan de comer cada mes, como una apuesta que nos lleva más a actuar desde dentro y no tanto a reaccionar a lo que nos llega de fuera.
Reforzando nuestros fundamentos vitales, entendemos que es precisamente nuestra trayectoria y el saber hacer en el terreno de las intervenciones comunitarias con una vertiente mediadora y constructora de nuevos escenarios de convivencia, lo que nos caracteriza. Por ello, nos encontramos cómodos con la posibilidad de abrir nuevos espacios de creación de realidades que queremos ver y vivir colectivamente, de pasar a producir y no sólo a realizar servicios, de vincularnos con personas, cooperativas e iniciativas diversas que impulsan sueños hacia la transición todo confluyendo en las intenciones de hacer posibles otras vivencias del bien común, otras maneras de entender la economía social y solidaria más inclusivas, otras maneras de trabajar siendo como somos y no como deberíamos ser.
Siguiendo el hilo del autodescubrimiento de nuestras capacidades y de las rutas que hemos escogido desde el corazón y la cabeza, nos ponemos manos a la tierra visibilizando líneas de intervención que plantean la soberanía alimentaria en barrios de poca comida saludable, la economía circular en contextos demasiado encuadrados, apoderándose comunidades en ecosistemas digitales, plantando eficiencia energética en casas de gente considerada ineficiente por el sistema, acompañando gente a habitar nuevos espacios, facilitando escenarios creativos en ambientes difíciles, construyendo espacios verdes en barrios grises, haciendo lazos entre la economía social y solidaria y la cultura de paz aquí y allá, abriendo fogoso comunitarios donde cocinar proyectos deliciosos, extendiendo la mancha de aceite de la comunidad y, sobre todo, disfrutando de la belleza que se desprende de tanta energía transformadora.
En definitiva, una toma de contacto con la dimensión global de nuestro trabajo, con los recursos renovables de que disponemos cuando cuidamos de nuestros talentos y con la convicción de que podemos ir mucho más allá, como cooperativa y como sector profesional, de lo que nunca nos hemos imaginado. Sólo hay que recordar que no estamos solas en este ámbito cooperativo, que no lo tenemos que saber hacer todo pero si saber lo que podemos y queremos hacer reconociendo que la diversidad nos hace sentir abundantes y nos hace ser más honestas y coherentes tanto en el trabajo como cuando llegamos a casa.